jueves, 31 de marzo de 2011

Poema visual a la deriva -- (Sindy)

Caminos del espejo --Alejandra Pizarnik

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.





















Reinterpretaciones con Estenopeica (Martha Montiel)



Tolerancia


Como si el tiempo cayera pálido entre mujeres,
entre secretos oscuros y burdeles
encontrando en las calles tolerancia y hoteles
que ofrecen peligros nocturnos o bellos amaneceres.
Féminas que entrenan día con día
para no enamorarse entre 4 paredes,
que disfrazan el amor con puros billetes
y que en cada esquina sonríen y se venden.
Todos los días a la hora conveniente
se visten de gala y perfuman el vientre.
Se pintan la cara y se ven sonrientes
a pesar de traer cuentas en la mente.
La hora feliz pasea entre la gente
y sólo es feliz quien se diga: cliente.
Dichoso el que escoge entre tanto ramillete
para llevarse a la flor más linda si le parece,
ofreciendo lo justo para lo que ella ofrece
y caminan juntos pareciendo conocerse
siendo dos extraños intercambiando bienes:
ella su cuerpo y el otro los cheques.
Ellas toleran insultos crueles,
a veces violencia o incluso la muerte.
La zona que las protege no es lo que creen
pero se juegan la vida por puros placeres.
Tolerancia se llama porque permiten lo que quieren
sin juzgar lo que cada uno desee,
inquietando hasta el más inocente
que entra en el mundo de los bajos placeres.









                                                        
                                           Poema: Tania (Azul) Meza R.
                                           Fotografia: Omar Smith

Fotografia Estenopeica. (Omar Smith)





miércoles, 30 de marzo de 2011

Fotografía estenopeica (Mariana SM)










Poema a la deriva. (Nayeli)

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.


Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
 Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente  (fecundamente)
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
 Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.




Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.